¿Cómo saber si nos equivocamos? ¿Si tomamos el camino correcto? ¿Si algún
día nos arrepentiremos de nuestras acciones?
Escuchamos los consejos de la gente, soñamos despiertos con cosas que
jamás tendremos, sonreímos al recordar un momento bonito, lloramos al
pensar en tiempos que ya no están.
Cuando somos felices, creemos que estamos completos. Olvidamos rápido,
respiramos profundo, besamos con fuerza, hacemos oídos sordos...abrazamos
como si nos fuera la vida en ello.
Lo que más duele, echar de menos. Aprender a vivir con puñaladas en la
espalda, con dolores de pecho y noches en vela llorando mientras desearías que alguien fuera, se sentara a tu lado y te dijera "tranquila pequeña, yo estoy aquí para todo. Levanta la cabeza que se te cae la corona".
Vuelve diciembre, tan frío como siempre. Con sus días largos, tristes y ñoños.
Tardes de contemplación de lluvias a través del cristal de la ventana.
Soñar con que vienes por detrás, me agarras por la cintura, empiezas a besarme el cuello hasta llegar a los labios. Quitarme la ropa con caricias y demostrarme que me amas en cada una de las cuatro esquinas de la cama.
Soñar con que te tiras encima del sofá a mi lado, me quitas la manta, apagas la televisión y me dices "hoy no necesitas esto pequeña, hoy seré yo tu distracción".
Y como cada domingo, coger fuerzas de flaqueza para decirle de una vez por todas que esta vez, le hemos ganado la batalla al puto diciembre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario