viernes, 27 de julio de 2018

Be real, my friend.

¿Dónde quedaron las historias de amor?
¿Cuándo decidimos que romper con el romanticismo era lo guay?
Pues sí, señoras, últimamente solo veo relaciones tóxicas, personas egoístas y situaciones que dan vergüenza.
No hace falta ser una fan de Jane Austen para darse cuenta que el amor, ahora mismo, da asco. Mejor dicho: DA ASCO.
Que parece que hay que ser una rebelde de la vida para gustar a las personas, que tenemos que ir de odio las pasteladas para estar al día en la moda de las relaciones.
Pues no, me niego.
Odio que las relaciones se vayan a la mierda por falta de compromiso, por el egocentrismo o por las pocas ganas de hacer feliz a la otra parte.
No me considero una rainbow power, pero leñe, un poquito de corazón nunca viene mal.
Que me encantaría recibir un rosa mi día favorito del año junto con una novela de esas que devoro a todas horas.
O una cena para dos mientras miramos las estrellas en lo alto de una montaña.
O, incluso, un fin de semana aprendiendo a hacer surf.
Cualquier mínimo gesto que me haga sentir que alguien se preocupa por hacerme feliz.
Esos pequeños detalles que la gente está olvidando... me dan tanta pena.
Ahora nos limitamos a preguntar continuamente qué queremos hacer cada minuto, a ponernos máscaras en el corazón y a aceptar que la máxima sorpresa que recibiremos será un mensaje de What's app con unos buenos días (a las 12 de la mañana).

El tiempo que tenemos preferimos invertirlo en mostrar en las redes sociales lo felices que somos por tener a una persona tan genial con nosotros en vez de decírselo a ella en privado.

Os diré una cosa: A veces, no es tan malo mostrarse tal y como uno es. Dejarse romper es duro (y doloroso si lo hacen) pero mucho peor es no llegar nunca a dejarse conocer por nadie por miedo a fracasar.

Claro que soy una mujer independiente y luchadora pero también me gusta el color rosa en mi vida.
Y el azul.
Y el verde.
Y el negro.
Y el blanco.
Y el rojo.

Seamos reales.