domingo, 15 de noviembre de 2015

De corazón valiente.

Hay días que me levanto contenta y la sonrisa no me abandona.
En esos días, el valor y el corazón le ganan el juicio a la mente.
En esos días, me dan ganas de gritarle al mundo lo mucho que te quiero sin que me importe la cantidad de oídos que pueden escuchar mi declaración.
Me gusta sentir que, de vez en cuando, soy dueña de mi vida y de mis decisiones. Me gusta pensar que, quizá, hoy sea el día más feliz de mi vida porque, simplemente, me atreví a regalarte mi mejor sonrisa o un rubor de mejillas.
Y que tú, en ese instante, entiendas, sin apenas palabras, que todas estas cartas de amor que escribo son por ti.
Quizá, ni siquiera me beses. Quizá, te hagas el tonto. Quizá, incluso, sigas con tu vida como si nada hubiese pasado.
En esos días, soy lo suficientemente fuerte para pensar "¿y si le hablo?" Y me atrevo a hablarte, y me respondes con un tímido y asustado "hola, ¿qué tal?" Y la conversación nos lleva hasta altas horas de la noche disfrutando yo de ti y tú de mi.
Y, en el momento de la despedida, es cuando ves que soy mucho más de lo que, un día, pensaste que sería. Y, en ese momento, es cuando deseas que llegue la noche del día siguiente y tener cualquier excusa para poder volver a hablarme.
O, incluso, aunque no hubiéramos tenido una gran conversación, para mí, habría significado que, de vez en cuando, soy valiente. Hubiera sido un pequeño triunfo.

Esa misma noche, me quedo dormida con la misma sonrisa con la que me desperté. Vuelvo a la cama pensando "ha merecido vivir este día."


Hay días que me levanto triste, sin ganas de sonreír ni de ser amable.
En esos días, miro las redes sociales y veo lo feliz que estás rodeado de gente.
En esos días, entiendo que sigues tu camino y que ni siquiera miras el mío.
En esos días pienso "no tengo ninguna excusa para hablarle"... Y no te hablo.
La cobardía se hace con mi mente y mi corazón se vuelve pequeñito... y queda ahí, en un rincón, olvidado.
Pasan las horas y, de nuevo, llega la noche. Y vuelvo a la cama, incluso más triste de lo que estaba cuando desperté.
Es otro día más que ha pasado sin que sepas todo lo que guarda mi corazón para ti.
Esa misma noche, me avergüenzo de mi misma y juzgo todo lo que he hecho...
"Nunca tendré nada que decirle"                   "Es imposible que vea nada en mi"

Y, esa misma noche, antes de que el sueño se haga con todo mi ser, deseo despertar siendo un corazón valiente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario